viernes, 25 de julio de 2008

I, quinto día

Me siento como el guerrero que debía vencer las 7 pruebas para obtener la mano de la hermosa doncella.

Yo no soy ningún guerrero, por la mañana salía yo de mi hogar, porque la luz alegraba los alrededores. Iba dejándome llevar por el camino fresco, apenas amanecía y me topé con esta misteriosa hada resplandeciente.

La he seguido y he dudado muchas veces más de las que esperaba, a veces se detiene por horas frente a caminos nuevos y entradas a cuevas imponentes y yo no sé si quiere que tome el sendero a nuevas ciudades o acaso se necesite salvar a algún niño extraviado en las tinieblas de la cueva. No habla, sólo me mira.

Y sin embargo, sea cual sea la decisión que tome parece no molestarse ni alegrarse.
No es que quiera ganar el favor de tan distinguida dama, porque ha demostrado tener una gracia y porte sin igual, pero han pasado los días y aún no puedo apartar mi atención de ella.

He notado que sólo resplandece al amanecer, como si estuviera hecha de rocio.

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