viernes, 17 de septiembre de 2010

Saldo del día

Media tarde con él...

música que hace mucho no escuchaba...

comida con mis padres...

un capítulo de un libro...

siesta y rasguños con mi gata...


Es fácil recordar cosas buenas cada día.

domingo, 5 de septiembre de 2010

De donde nace la lluvia


La mañana era fría y una niebla cerrada no permitía ver la cumbre de la montaña.

Aquí abajo apenas se sentía el viento; una atmósfera húmeda con olor a tierra mojada y a lo lejos el rumor del agua.

Los abuelos cuentan que de esta montaña nació la lluvia; todas las nubes que riegan nuestros campos comienzan su camino aquí, donde el tiempo parece quedar atrapado entre las moléculas de niebla.

Hombres y mujeres vienen al corazón de la montaña para pedir buena fortuna, serenidad; los enamorados llegan para vivir juntos ese momento.

Así fue como comenzamos a subir, la procesión va siguiendo el camino del agua. Si uno pone atención, detrás del correr del río se escucha la respiración relajada y constante de la comitiva que se abre camino entre la vegetación. Si uno se queda quieto por un momento, el rocio lo cubre y ya uno parece una planta aperlada.

El camino es complicado, se habrá de cruzar sobre ancestrales derrumbes de troncos, cruzar una y otra vez la corriente que fluye monte abajo y trepar a lo largo de las escarpadas paredes que forman las primeras cascadas, tiernas y modestas.

Después de un largo rato uno llega a la última cascada. El agua rompe en cada una de las rocas que sobresalen de la pared que se pierde en las nubes. Cada roca separa la corriente de agua en destellos cristalinos, de diamante. Los destellos se rompen en miles de partículas de vapor y brisa y rocío.

Una fina lluvia refresca nuestros rostros maravillados.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La colección

Las obras seguían abriendo paso mientras los primeros curiosos ya estábamos subiendo lentamente la pendiente arenosa. Los peldaños que trepaban directamente a la cima estaban bien formados, se veían demasiado bien recortados, no podía ser tan bueno si considerábamos que estaban construidos con arena, y cada quien se cuidaba de afianzar bien sus pisadas, pues un derrumbe en aquél terreno apenas trabajado podía traer graves consecuencias.

Nadie se esperaba que el legendario cerro del tesoro comenzaría inmediatamente después de atravesar el gran muro, fue como llegar a otro mundo donde el viento soplaba y el sol era cegador, así que lo único posible era mirar los siguientes pasos frente a ti y ver cómo el viento iba descubriendo la estructura milenia. Perteneciente a una cultura diminuta, porque en los escalones de piedra caliza apenas cabía la huella de un gato.

Llegamos a un descanso, la escalera seguía más alto y la claridad del día no permitía ver la cima de la montaña. Pero había un pasillo a la izquierda que llevaba a la orilla de la montaña y la gente comenzaba a explorar las ruinas que de tan viejas y desahbitadas no quedaba ni un vestigio de olor, ni de viento.

La vista fue maravillosa, después del pasillo, un andador circular que dejaba ver varios anillos de estancias con la colección más grande que he visto jamás, todas las estatuillas del mundo antiguo, cuidadosamente clasificadas y conservadas por región del mundo y época de apogeo.

Yo seguí de frente, bajando ahora unas escaleras con muros a los lados que apenas me dejaban ver el sinnúmero de reliquias de ese lugar. Más allá sólo se podía ver el mar abierto. A nuestros antiguos magnates les gustaba que su colección gozara de la más espléndida vista, y brisa del mar.