domingo, 12 de julio de 2009

Cuchillos contra plátanos

Si bien en el curso de la vida son importante las decisiones que los protagonistas toman, su coraje y determinación para cumplir sus sueños a veces son rebasadas por cuestiones ajenas a toda historia racional, las leyes de la física asociadas a cada región de este universo pueden jugarles una mala pasada.

Esto sucedió en un planeta muy lejano cuyo nombre no logro recordar...
las cartas donde se refiere lo acontecido no han podido ser hayadas y la última referencia que nos queda es el de un ilustre matemático y apasionado escalador.

Los cuchillos estaban en guerra.
Se dice que luchaban por la custodia de una piedra de afilar, pero hacía tanto tiempo de esta lucha sin fin que nadie sabía realmente cómo había comenzado todo. Una terrible tensión reinaba sobre la comarca, las riñas se extendían entre cuchillos padres y cuchillos hijos, delgados o con cubierta, navajas oxidadas y aquellas de dientecillos brillosos. No lograban ponerse de acuerdo en nada.

Si tan sólo la embajadora de la federación hubiese llegado a tiempo para las sesiones parlamentarias... pero éstas tenían lugar en la clandestinidad, y a menudo cambiaban las claves y los lugares de reunión. En vano cuestionaba la embajadora a los lugareños, pues ellos, fieles a su causa no estaban dispuestos a revelar el secreto. Pues así, la guerra corría el peligro de terminar.

Si tan sólo esos plátanos entrometidos no hubiesen llegado a conocer el famoso planeta de la guerra de los cuchillos, y más aún, si no hubieran subestimado la sed de venganza del líder de los cuchillos hijos o el poder corrosivo del padre ya oxidado. Pero decidieron tomar partido y apoyar en la lucha sin fin.

La guerra terminó poco después.
No por el arrojo de los plátanos, ni por las pláticas diplómaticas de la embajadora, no fue que la guerra hubiese agotado todos los recursos de la región, mucho menos que un cambio en la mentalidad de los cuchillos los hubiera convertido en armas pacíficas.

Sucedió que el planeta colapsó.
Como si un gran espíritu se sentara sobre ellos, el planeta flotante logró sentir el rigor de la gravedad y un suelo inexistente. Cuchillos y plátanos por un instante se confundieron en una sola masa. Grandes terremotos sacudíanlos sin cesar hasta que los plátanos no resistieron más y se unieron con el todo y los cuchillos de una espiritualidad más recia sólo perdieron la conciencia.

Así sucedió,
desde entonces los plátanos ya no salen a explorar nuevas tierras, los cuchillos han sido desterrados de la federación (no se arrepentían de nada) y la embajadora lo recuerda como el fin de su carrera política.


1 comentario:

Talina dijo...

Santos Batiplatanos!