Había sido invierno desde hacía un mes y el viento se había convertido en un verdadero enemigo para los habitantes de la ciudad. Nevaba, pero la nieve corría a la par del viento y podría decirse que apenas los copos rozaban el suelo, ya había una corriente contraria que los levantaba, y de nuevo emprendían su vuelo errático.
Aún así, de un día a otro los carros y las terrazas amanecían cubiertos de una gruesa capa blanca, ligera. Los dependientes llegaban por las mañana a limpiar los escalones de sus tiendas para recibir a la clientela que sin importar el clima continuaba con sus actividades diarias. Se enviaban camiones barredores de nieve para abrir paso a los carros y los peatones.
Éstos quitaban la mayor parte del la nieve, pero a lo largo del día se acumulaba más y más nieve y el paso cálido de la gente convertía los caminos en pequeñas albercas de nieve sucia y agua... los niños encontraban una razón para salir a las calles, nada malo les pasa cuando usan unas buenas botitas impermeables.
En general, la vida citadina seguía su curso, mientras la nieve comenzaba a crear una barrera cada vez más alta y compacta a los lados de las calles, alrededor de los árboles, en las terrazas deshabilitadas. Hasta ese día en que el viento cesó...
2 comentarios:
Tuks!!
volviste! :)
sí!!! lo hice! :D
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