Después de un tiempo llegó el momento de volver a mi tierra.
La damita me acompañó a las afueras del lugar, ahí donde se volvía a escuchar el rumor de los pájaros y el viento. Nada dijo. Una lágrima cayó de su rostro y se cristalizó en un pequeño par de alas, aún las conservo.
Tampoco le dije adiós, sino con la mirada.
1 comentario:
Ya empecé mi blog… por el momento esta muy austero… pero bueno… cuando tengas tempo le das una visitadilla…
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