Me gusta viajar.
Más que visitar ciudades, me refiero al 'silencio' y quietud de uno sentado en un vehículo que te transporta de un mundo a otro.
Es un momento para interiorizar las experiencias que uno ha vivido allá de donde viene. Encapsularlas al vacío y conservarlas en un lugar seco y fresco.
Acto seguido, más bien mientras tanto, uno inagura o saca el frasco con un poco de polvo de tanto tiempo atrás... Aquél con etiqueta del lugar a dónde uno va.
Al momento, la tapita hace 'pok' y la vida en ese mundo se reanuda como si nunca se hubiera interrumpido. Los colores son brillantes, los olores son de hogar y las ideas cotidianas.
Me gusta viajar y recordar lo que ya contenían estos pequeños frasquitos de colores que guardo junto al corazón.