Su mirada es confiada, el paso firme y sin prisa. Habrías de verlo caminar entre la gente que va apresurada a sus trabajos, a la comida, a sus casas, él camina entre ellos tranquilamente y no se deja contagiar por sus preocupaciones, todo a su tiempo, el paso continuo y seguro.
Su mirada se fija en sus amigos cuando platica. Habrías de ver con cuánta atención escucha y pregunta más y más detalles del tema en cuestión, se entusiasma con las actividades de sus compañeros y sonríe atento, interesado.
Sus amigos son personas especiales (como toda la gente). Él, como nadie, sabe sacar el balance perfecto entre sus defectos y cualidades, y con naturalidad logra que los aciertos de sus amigos superen con creces todo lo demás.
Siempre busca mejorar su entorno, probar sabores nuevos, encontrar música diferente, dar nuevas soluciones, cuidar el ambiente.
Su casa es cálida, vegetal, en constante transformación. Sus paredes blancas se llenan de imágenes que condensan en su color y sencillez todas las experiencias que ha vivido.
Parece que cuento un cuento de hadas, pero yo lo conozco.